Por diversas razones sus descendientes no han seguido las tradiciones familiares de preparar y comercializar este popular alimento que todavía se cocina con leña, bajo intenso fuego, en los patios de viviendas de decenas de familias que vivían de esa actividad. Los más diestros chicharroneros de la comunidad murieron.
En adición al chicharrón, los clientes en Villa Mella también degustaban entresijo, morcilla, tripitas, bofe, asadura y orejita. Todo un banquete. Esa época dorada pasó a la historia.
¿Qué ocurre con la venta de chicharrón, que a medida que el tiempo avanza, se torna más caro y escaso? [Lea este reportaje que publica HOY.com.do]
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